Si los orificios de las glándulas sebáceas están obstruidos debido a un exceso de sebo o a trastornos de la queratinización, el sebo acumulado forma puntos negros. Las bacterias del acné pueden multiplicarse en las glándulas obstruidas y provocar una inflamación purulenta, que se hace visible en forma de granos rojos e hinchados. Si esto ocurre con frecuencia e intensidad, se conoce como acné. Una vez curados los brotes, suele quedar un poro dilatado, a veces una cicatriz o, en el caso de las pieles más oscuras, manchas oscuras. Para la piel propensa a las imperfecciones, la limpieza sin jabón y el cuidado sin aceites con pH 5,5 ayudan a aliviar los problemas, también como productos de apoyo al tratamiento del acné.